21 de gen. 2013

PERSUADIR: la capacidad de convencer


Persuadir significa ser capaces de inducir a otra persona para que, mediante el razonamiento, crea en una idea o adopte una actitud determinada. El que tiene habilidad y eficacia para conseguirlo se llama persuasivo, un sinónimo de convincente.

    Algunas personas sienten que cuando exponen sus criterios no convencen a los demás; les faltan argumentos o no saben defenderlos. Esto mina la seguridad en sí mismos y, conscientes de ello, mantienen una actitud temerosa, sobre todo cuando se ven implicados en una dialéctica más o menos controvertida.

La persuasión es una forma de seducción, es la capacidad de conducir a otras personas hacia donde uno ha previsto; Si tan sólo nos paramos a observarnos en nuestra vida cotidiana, veremos como habitualmente utilizamos nuestras armas persuasivas. Llega a ser habitual comprobar cómo en una simple reunión de amigos, alguno trata de convencer a los demás para que lo sigan, ensalzando una determinada comida, una marca de coche, su deporte favorito o la lectura de un libro.
Esta capacidad de persuadir puede ser cultivada mediante el aprendizaje de diversas técnicas; pero se desarrolla mejor cuando se poseen dotes para convencer. Esas habilidades pueden ser innatas o adquiridas: la presencia física (las personas con buena presencia tienden a ser más convincentes), la seguridad en uno mismo (quienes se muestran firmes en sus convicciones y en su tipo de vida tienen más posibilidades de ser persuasivos), la autoestima (tener un buen concepto de uno ayuda a querer a los demás y a resultar más cercano y convincente), la comunicación no verbal o la influencia interpersonal que se mide también por la capacidad comunicativa de nuestros gestos, posturas y miradas, y, sobre todo, la capacidad de escuchar y comprender al otro (saber captar, mediante la escucha activa y la actitud abierta, la situación de la otra persona en ese momento, qué necesita y qué es lo que le podemos ofrecer). 

Es resumen, es fundamental saber escuchar al interlocutor. Difícilmente se puede convencer a alguien si éste se siente abrumado por un acoso dialéctico, sin oportunidad de poder aportar su visión y opinión.
Patricia Catalá
Orienta psicólogos





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