7 d’oct. 2013

¿Se puede frenar el ritmo de vida?



Aprender a vivir el presente es el mejor modo de afrontar los problemas físicos y psicológicos de largas jornadas de trabajo

Horarios imposibles, días o semanas enteras sin ver a padres, hermanos y amigos y, a duras penas, encontrar un rato para charlar con la pareja o los hijos. Aficiones personales relegadas por el trabajo y citas aplazadas “sine die”. El estilo de vida imperante exige demasiado y en áreas diversas: familiar, laboral, de pareja, social… lo que ha provocado que uno de cada diez adultos padezca estrés, depresión o agotamiento. Un cambio de hábitos y tener recursos personales para aliviar la presión que el entorno ejerce sobre cada uno, puede ayudar a sobrellevar el acelerado ritmo de vida.

 
 
Cuestión de habilidad
Estrés, depresión y agotamiento. Uno de cada diez adultos de todo el mundo sufre estos síntomas, según un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que predice un aumento drástico de estos trastornos debido al modo de vida actual. El crecimiento de enfermedades relacionadas a estos trastornos -como las enfermedades coronarias, los derrames cerebrales, el cáncer o la diabetes- se aceleran con extrema rapidez, según algunos especialistas. El estilo de vida actual exige un exceso de tareas, todas bien hechas y en todos ámbitos (familiar, laboral o social). Y, metidos en esta vorágine, nadie quiere quedarse atrás o hacerlo peor que los demás. ¿Cómo puede afectar a una persona este “no poder parar”? Un ritmo de vida acelerado puede pasar factura y provocar ansiedad, depresión o trastornos psicológicos en los casos más graves.

Así lo asegura Ángel Puerta, socio consultor del madrileño Grupo Luria de psicólogos, quien indica que desde hace unos años se observa un aumento de pacientes adultos por esta causa en las consultas de los psicólogos. Y, según señala, esta demanda social “se puede observar en la cantidad de empresas que ofrecen ‘productos mágicos’ para terminar con la ansiedad, como organizar fiestas…”. Pero para superar el estrés que provoca el ritmo actual de vida no existen soluciones mágicas –dice Puerta-, sino la existencia de recursos y habilidades personales (saber cómo manejar los pensamientos y actuaciones). Una capacidad que no tienen todas las personas por igual, y que a muchos provoca graves problemas. Como Puerta, Verónica Guillén, psicóloga y coordinadora del gabinete de Psicología Previ de Valencia, explica que la manera de reaccionar ante el ritmo actual depende, en gran medida, de las personas, ya que algunas son más vulnerables que otras a padecer trastornos psicológicos, lo que también depende del tipo de ‘estresor’, así como de la intensidad y duración del mismo.
La presión ante un exceso de tareas afecta tanto a hombres como a mujeres, ¿pero lo hace del mismo modo? Según Guillén, las mujeres suelen ser más propensas a padecer este trastorno, aunque depende del trastorno específico que sufran. Por el contrario, Ángel Puerta opina que las mujeres están más acostumbradas a realizar múltiples tareas y salir airosas de todas ellas, por lo que someterse a la vorágine de un ritmo de vida demasiado rápido les supone un problema menor que a la mayoría de los hombres. Además, la presión excesiva se puede sentir a cualquier edad, ya sea en la adolescencia, la edad adulta o la vejez, cuando hay problemas para llegar a fin de mes o preocupación por la precariedad de la salud. Pero el ritmo de vida más acelerado se da durante la etapa de actividad laboral, por lo que es más frecuente sufrirlo en edades comprendidas entre los 25 y los 44 años, según explica la psicóloga del centro valenciano.
La presión ante un exceso de tareas afecta tanto a hombres como a mujeres, ¿pero lo hace del mismo modo? Según Guillén, las mujeres suelen ser más propensas a padecer este trastorno, aunque depende del trastorno específico que sufran. Por el contrario, Ángel Puerta opina que las mujeres están más acostumbradas a realizar múltiples tareas y salir airosas de todas ellas, por lo que someterse a la vorágine de un ritmo de vida demasiado rápido les supone un problema menor que a la mayoría de los hombres. Además, la presión excesiva se puede sentir a cualquier edad, ya sea en la adolescencia, la edad adulta o la vejez, cuando hay problemas para llegar a fin de mes o preocupación por la precariedad de la salud. Pero el ritmo de vida más acelerado se da durante la etapa de actividad laboral, por lo que es más frecuente sufrirlo en edades comprendidas entre los 25 y los 44 años, según explica la psicóloga del centro valenciano.

Síntomas de alarma
La necesidad de realizar numerosas actividades a lo largo del día genera estrés, pero en muchas ocasiones no nos damos cuenta de que estamos padeciéndolo. ¿La razón? El experto del grupo Luria explica que todos estamos preparados para afrontar la presión y por ello no nos damos cuenta de que ésta nos está superando. Pero no es difícil reconocer los signos de alarma, que Puerta resume en:
  • Dolores de cabeza: Es un síntoma si son recurrentes y nunca antes se habían padecido con tal frecuencia.
  • Trastornos del sueño: Dormir mal sin causa aparente que lo justifique.
  • Cansancio: Puede notarse un cansancio mayor de lo habitual, que no se sabe a qué causa achacar en concreto.
  • Problemas con la bebida y la comida: Cuando la ansiedad es muy fuerte, algunas personas empiezan a beber o comer en exceso, sin razón aparente que lo justifique.
Verónica Guillén aclara que en muchas personas el ritmo de vida puede llegar a provocar trastornos de ansiedad, como un trastorno de angustia (ataques de pánico) o un trastorno de ansiedad generalizada. Asimismo, “en algunas personas se pueden desencadenar trastornos del estado de ánimo, entre ellos depresión o distimia, o padecer los llamados trastornos somatoformes (trastorno por dolor, hipocondría)”, asegura la experta.
Según los datos del Manual Diagnóstico y estadístico de trastornos mentales), las prevalencias específicas para cada trastorno son:
  • Trastorno de pánico: Se sitúa entre el 1,5% y el 3,5% de la población general. Se diagnostica dos veces más en mujeres que en hombres.
  • Trastorno de ansiedad generalizada: La prevalencia global es del 5% de la población general.
  • Trastornos del estado de ánimo: El riesgo de sufrir a lo largo de la vida un trastorno depresivo mayor es del 10-25% para las mujeres y entre el 5-12% para los varones. Tanto en adultos como en adolescentes es dos veces más frecuentes en mujeres que en hombres.
Cómo solucionarlo
El cuerpo humano, en los aspectos físicos y psicológicos, está preparado para afrontar presión, pero hay que adecuar el ritmo de vida a sistemas proporcionales, y nunca hacer más de lo que se pueda. Para ello es necesario buscar mecanismos genéricos de compensación, según indica ángel Puerta, del grupo Luria:
  • Tener una amplia red social de amigos: Salir, no perder el contacto con los amigos, quedar con ellos,….
  • Practicar ejercicio físico: La práctica de ejercicio físico es fundamental para liberar tensiones y muy beneficiosa para las personas que soportan un exceso de actividad.
  • Comunicación: Hablar con alguien sobre la ansiedad y angustia que le supone el ritmo de vida que lleva es muy beneficioso.
La psicóloga de Valencia añade a estas recomendaciones la importancia de acudir a profesionales que puedan ayudar a superar la presión. Asegura que en la actualidad existen muy buenos programas de tratamiento, breves y eficaces. Pero –explica la psicóloga- el mejor tratamiento es prevenir, en este caso concreto desacelerar el ritmo de vida. Para lo que es muy importante:
  • Organizar de forma coherente las prioridades.
  • Ser realistas con las expectativas y ver hasta dónde podemos llegar, para poder disfrutar de otras cosas importantísimas de la vida. Paradójicamente, nos volvemos más productivos cuando lo llevamos a cabo, es decir, estamos más tranquilos, pensamos mejor y resolvemos más y más pronto.
  • Intentar seguir el "ritmo de la vida", es decir, intentar fijar nuestra atención en el instante presente. Aunque pueda sonar a tópico, es realmente difícil de llevar a la práctica porque se trata de "sincronizarnos con el momento presente", tal y como va sucediendo (uno- detrás -de -otro), ya no sólo para disfrutarlo, sino para poder hacerle frente a los problemas desde la serenidad y la reflexión.
  • Desacelerar el ritmo: el mejor modo de adaptación a estos tiempos donde todo sucede tan rápido, paradójicamente, es desacelerar nuestro ritmo de vida. No hay que vivir haciendo constantemente planes futuros, ni vivir de recuerdos del pasado, porque se pierde el presente.
  • Disfrutar del momento presente: es muy importante aprender a fijar nuestra atención y nuestros sentidos en el ahora, para llegar a vivir y disfrutar del momento presente.

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