Vuelve
Septiembre y con ello volvemos al cole y empezamos un nuevo curso que para muchos
niños puede ser el primero en su etapa escolar, para otros puede ser el
terminar con un ciclo formativo, para algunos es volver con los amigos,
reencontrarse con buenos momentos de compartir, aprender y divertirse, pero
para otros este nuevo curso será volver al suplicio, al sufrimiento de ser
acosados psicológica o físicamente por otros niños, desde
insultos, burlas, desprecios…( acoso psicológico) hasta la agresión
física; los agresores suelen manejar al acosado intimidándolo, dominándolo y
utilizando el miedo, el terror, así mantienen la sumisión del niño agredido…es
decir, para que se dé el acoso tiene que haber un dominador y un sumiso,
vínculo que podemos asociar a muchas situaciones de nuestras vidas….¿los padres y maestros estamos al margen de
esto?,
De
acuerdo a las últimas noticias sucedidas de acosos parece que todos nos debemos
involucrar pero no solo cuando ya esté sucediendo sino antes…tenemos que aprender
a prevenir estas situaciones, a anticiparnos a ellas con la educación y el
aprendizaje emocional, esto es aprender y enseñar “ a saber ponernos en el
lugar de los demás”, “ ser capaces de comprender a los otros”, “ saber apoyarse
entre unos y otros”, “ reconocer el valor propio” etc…parece que estas
habilidades las tenemos ya aprendidas después de miles de años de evolución, y
las ponemos en marcha a través del vínculo materno en los primeros años de vida
que fomenta este aprendizaje; los expertos dicen que tanto en los acosadores
como en las víctimas de agresiones hay una predisposición que viene desde la
primera infancia de cero a tres años, suelen ser niños con carencias afectivas
que desarrollan una predisposición a la agresividad.
Es
decisiva la relación que los niños establezcan con los adultos tanto los padres
como otros familiares así como los educadores, personas con las que pasan incluso
más tiempo que con los padres…es crucial como esté consolidada esta relación
mediante la confianza, mediante muestras afectivas y la ausencia del chantaje
emocional, dependiendo de cómo empecemos a relacionarnos los mayores con
nuestros niños les daremos las posibilidades mayores o menores de ser víctimas
de estos acosos…no olvidemos que dependen de nosotros, y nuestra conducta hacia
ellos será definitiva para el desarrollo…
Ante
esta alarma psicosocial, pensemos como podemos proponer que sea este año
escolar con nuestros niños y cuál va a ser nuestra actitud hacia ellos, tanto
en las situaciones divertidas, alegres y llevaderas, como en los conflictos y
situaciones más complicadas de resolver..
Planteemos
este año como un camino de mejora en nuestras relaciones padres-hijos,
educadores-alumnos. Nosotros vamos por delante, ellos nos siguen, seamos un
buen ejemplo, y si para ello tenemos que replantearnos ciertas actitudes ante
nuestra vida, hagámoslo; empecemos a desarrollarnos los adultos antes que los
niños y a detectar nuestras carencias, tratándolas, para que nuestras
influencias hacia los niños sean sanas y constructivas.
Patricia Catalá
Orienta psicólogos
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