De acuerdo al último estudio europeo de las
enfermedades profesionales sabemos que la segunda enfermedad que más bajas
causa en los países europeos es “el estrés laboral” , caracterizando a la
enseñanza como una de las profesiones consideradas altamente estresantes, lo
cuál influye en la calidad de la docencia, además de ser costoso a nivel
individual, organizacional, económico…pero es el coste social el que más
repercusión tiene puesto que son las relaciones personales las que al final
tienen la influencia más importante, las relaciones interpersonales que se
establecen tanto entre alumnos, como de profesores a alumnos y viceversa y de
padres a profesores y al contrario, estas relaciones son las que según su mejor
o peor calidad podrán detonar las
situaciones actuales de agresiones y conflictos en las aulas, o activar
opciones para afrontar la convivencia de manera más humana y constructiva.
La mayoría de profesores vuelve al colegio en
Septiembre con ganas y buena disposición, pero cada vez un mayor porcentaje de
ellos no pueden evitar hacer referencia a las situaciones problemáticas que
viven en las aulas, como el continuo cambio en el sistema educativo,
las crecientes demandas de la sociedad con
respecto a las funciones que tienen que asumir como educadores únicos, la
necesidad de dar respuesta a las continuas demandas por parte del alumnado en
cuanto a necesidades educativas cada vez más especiales, la necesidad de tomar
decisiones en situaciones problemáticas sin apoyo…
estas situaciones que se viven hoy en el
entorno escolar se unen a la percepción
por parte del profesor del bajo reconocimiento social de su trabajo, y a la
indefensión ante situaciones que no puede resolver sin la colaboración de padres
y de otros profesionales, volviéndose fuentes de tensión entre los
profesionales de la educación desencadenando estrés y ansiedad que puede manifestarse en “Sentimientos de
desconcierto e insatisfacción frente a los problemas reales de la enseñanza,
cortando su implicación personal hacia su trabajo de educar…huyendo de las
situaciones conflictivas, deseando abandonar la docencia”, etc…¿qué pasa con el
apoyo al profesor? ¿cómo podemos mejorar la calidad educativa? ¿es
responsabilidad únicamente del profesor? ¿tenemos algo que ver los padres con
esto?
Se dice que el primer paso a la hora de
dominar el estrés es reconocer su existencia; sin embargo, a las personas que
asocian el estrés con alguna debilidad personal o incompetencia profesional les
resulta difícil aceptar esto; para algunos profesores admitir que tienen
problemas en clase equivale a decir que son malos maestros, teniendo miedo de
revelar sus problemas profesionales a sus colegas, que los considerarían
síntomas de fracaso; junto a esto se une la demasiada incertidumbre en cuanto a
nuestros sistemas educativos y la falta de comprensión, colaboración y
responsabilidad que algunos padres muestran respecto a la labor de los maestros
y otros profesionales de la enseñanza; con todo esto dejamos que nuestros hijos
vayan pasando de unos a otros sin que nosotros tengamos claro en qué va a
repercutirles, siendo su formación escolar no solo “académica” dado que nuestros hijos se están formando
también como personas y en esto estamos juntos profesores y padres…
Propongo
que seamos los profesionales de la educación los primeros que retomemos el sentido
que nos da a nuestra vida la profesión que desarrollamos, planteando juntos
nuevas formas, opciones y actuaciones que nos den continuidad en ella, recordando
que tenemos la enorme gratificación de ayudar a formarse a niños en adultos
responsables y libres, que constituirán nuestra futura sociedad adulta.
Patricia Catalá
Orienta
psicólogos
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