Los nuevos modelos de familia, como el
incremento de familias monoparentales, debido al aumento de divorcios, a la
libre elección de la madre, la
incorporación de las mujeres al mundo laboral, hace que los padres estemos
menos en casa, y tengamos que dejar a nuestros hijos más tiempo en guarderías,
colegios, o cuidadores ajenos a la familia, personas e instituciones que
colaboran en la primera educación, lo que hace que sea más temprana la
socialización del niño, y empiece antes a relacionarse con diversas personas y
en sociedad; esto hace que la intervención educativa y pedagógica cambie y
requiera más especialización además de
intervenir antes en la educación de nuestros niños.
Para que nuestra tarea de educación
fructifique tenemos que colaborar padres y maestros cada vez más en la
enseñanza de valores, costumbres, responsabilidades, habilidades para la vida, como:
enseñar a respetar a los demás, a no discriminarnos unos a otros, a aceptar
diferentes formas de pensar, a tener perspectiva propia estimulando la
capacidad crítica, enseñar a compartir las cosas propias, inculcar el esfuerzo
para conseguir las metas que nos propongamos, aprender a comportarse y saber
estar con todo tipo de personas, respetar los turnos de conversación, aprender
a ser puntuales y a sabernos distribuir el tiempo, educar el cumplimiento de
promesas y compromisos, enseñar a respetar el medio ambiente, a promover el
trabajo en equipo, etc…
Debido a estos cambios en la familia actual y
en la temprana incorporación del niño en la sociedad, la educación requiere
mayor colaboración entre padres y profesores, puesto que en el aula no solo se
desarrolla el aspecto intelectual, también el emocional y social desde más pequeños; por ello se necesita esfuerzo
por parte de la escuela y de las familias, para que se establezca un diálogo
más cercano, comprensivo y activo, permitiendo que haya sintonía y se genere
confianza en los responsables de la educación, si esto se consigue lograremos
que nuestros niños desarrollen mayor autoestima, y tengan más confianza con
ellos y con las personas que les rodean, pudiendo llegar a ser chicos/as
maduros, responsables y capaces de aprender mejor tanto conocimientos como
desarrollar habilidades que ofrece la escuela.
Es importante diferenciar que los
profesionales de la docencia son expertos en materias intelectuales como
matemáticas, lenguaje, ciencias, y que aunque compartan con nosotros los padres,
la responsabilidad de enseñar los valores de la vida, debemos ser nosotros
desde la familia los que tomemos más consciencia de transmitir este aprendizaje
en nuestros niños, responsabilizándonos de esta educación en principios, valores
y habilidades para la vida, sin otorgarle el peso de este aprendizaje a la escuela,
que aunque conjuntas con profesores y cuidadores, tenemos que asumirlas
nosotros, los padres.
Patricia
Catalá
Orienta
psicólogos
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada