Como he comentado el miedo a volar es una
ansiedad fuera de lugar por anticiparnos con nuestro pensamiento y visualizar
situaciones incontroladas, catastróficas y desgraciadas que pueden llegar a
sucedernos al volar en avión, estos pensamientos llamados “irracionales o
ilógicos” nos conducen a un torbellino de sensaciones corporales de
desasosiego, ahogo, nerviosismo, tensión, mareo etc…que nos desembocan en un
sufrimiento tanto psíquico como físico insostenible y que nos provoca conductas
de evitación o huida; el hecho de salir corriendo de lo que nos agobia nos
devuelve la clama y serenidad, pero nos deja claramente atados a nuestra fobia
y pánico a volar, cada vez tendremos más ansiedad ante esta situación que hemos
evitado, y a mayor ansiedad más dificultad nos iremos poniendo para tener que
superarla, más nos costará quitarnos el miedo.
En estos casos la mejor opción es afrontar la
situación como en la mayoría de fobias, es decir vivirla pero de la mejor
manera posible, algo que se suele aconsejar es que la persona que sufre el miedo
a volar vaya acompañada de alguien que no tenga este miedo, para que sea este
acompañante el que asuma la responsabilidad de tranquilizarla, calmarla con
algunas estrategias que comentamos a continuación, esta experiencia de ir
acompañado y poder superar poco a poco este pánico hace que nos sintamos más
seguros y avancemos en nuestros recursos para afrontar estas situaciones un
tanto desbordantes, algunos consejos serían: a nivel mental informarnos de que
el avión y el tren son unos de los transportes más seguros, mucho más que el
coche, conocer que es un avión porque se mueve cuando hay turbulencias, que
medidas de seguridad tienen, en definitiva reconocer que antes de que un avión
vuele se realizan muchos controles y revisiones, y con esto fomentar más
pensamientos lógicos y adecuados; otra técnica que recomendamos es aprender a
respirar más profundamente y acompañar esta respiración de una relajación
progresiva de mis músculos, es decir si tengo que volar en Agosto estaría bien
que dedicara unos minutos al día a respirar hondo y tranquilo, y que junto con
esta respiración pueda realizar unos ejercicios de contraer y extender los
músculos de mi cuerpo empezando por mis manos, brazos, hombros, continuando por
la cara, cabeza, tronco, y terminando por mis piernas, pies….para que
realizando estos ejercicios podamos notar cuando estoy tensando mis músculos y
cuando los estoy relajando, y aprendiendo esta diferencia pueda aplicar la
relajación a aquella parte de mi cuerpo que más la necesite; estas tres
técnicas deben ir unidas, es decir pensar adecuadamente sobre la situación sin
dejarme llevar por el pesimismo o catastrofismo, respirar calmadamente y estar lo más relajados corporalmente; si esto
lo hemos practicado antes de enfrentarnos a la situación mejor, y si no
tendremos que apoyarnos de nuestro acompañante, quién puede utilizando la
mirada ayudarnos a calmarnos y a respirar mejor, dándonos tranquilidad de que
todo va a ir bien.
Patricia
Catalá
Orienta
psicólogos
San Isidro, 19
639455128
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