¿Cuántas veces
hemos pensado que nos merecemos tener un trabajo mejor, una relación de pareja
más plena y satisfactoria o una vida emocional más intensa?

¿Qué
entendemos por eficacia personal?
Es la capacidad de alcanzar objetivos,
siempre que estos sean razonables y resulten coherentes con nuestra manera de
ser y del contexto en que nos movemos. Además de desarrollar nuestra
inteligencia emocional como hemos comentado en algunos artículos, necesitamos
de nuestra inteligencia “intelectual” que nos permitirá discernir entre la
forma de pensar racional y la distorsionada. Los pensamientos distorsionados
ocultan, ignoran o disfrazan la realidad y reducen nuestros esfuerzos para
conseguir lo que nos proponemos. Algunos ejemplos de pensamientos
distorsionados son los filtrados(toman los detalles negativos y los
magnifican), los polarizados (extremados en blanco o negro-, nos impiden
ver los matices), las generalizaciones (extrayendo una conclusión
general de un simple incidente), las visiones catastróficas (esperamos
el desastre) las personalizaciones (todo lo que la gente hace o dice es
en relación a nosotros), las interpretaciones y sobreentendidos (creemos
saber qué sienten y quieren los demás y por qué se comportan de la forma en que
lo hacen), la culpabilidad (los demás son los responsables de nuestro
sufrimiento, o al revés, nos culpamos de los problemas ajenos), los “deberías”
(manejamos normas rígidas sobre cómo deberían actuar los demás e incluso
nosotros mismos), o el razonamiento emocional (lo que sentimos tiene que
ser verdadero automáticamente), el tener siempre razón (nuestro objetivo
principal es tener la razón frente a los demás), la falacia de la recompensa
(esperamos “cobrar” algún día nuestro sacrificio).Nuestro
beneficio no sólo consistirá en la consecución de nuestros objetivos, sino
también en el refuerzo que recibimos al asentar y potenciar la confianza en
nosotros mismos al desarrollar más hábitos intelectuales. Esa base de confianza
personal genera una seguridad imprescindible para la autorrealización.
Desenvolvernos desde esta confianza ha de suponer que somos conscientes y
responsables de nuestros actos. La conciencia estará guiada tanto por nuestra
inteligencia “intelectual” como por la inteligencia emocional.
Patricia Catalá
Orienta
psicólogos
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